Artículos sobre las galerías, aljibes, pozos, etc.

Artículos del diario la Voz de Cádiz

Luz para las entrañas legendarias de Cádiz  

Las leyendas tienen algo especial que las hace irremediablemente atractivas. Un halo de ensoñación que las envuelve hasta no saber distinguir qué hay de realidad y qué de fantasía. En Cádiz, dos palabras evocan este universo mítico en una de sus leyendas más famosas: María Moco. No hay gaditano que no sea capaz de contar al menos una historia protagonizada por los famosos túneles subterráneos de la ciudad. Como aquella leyenda que habla del estraperlo en cuevas ocultas, de salas subterráneas presididas por unas tallas en piedra de una Santa Cena, de niños perdidos en metros de intrincadas cuevas. De algunas de estas leyendas bebió la mente infantil de Óscar Castaño Veguilla. De que le contaban su padre y su abuelo a este gaditano de 27 años cuando tan solo era un niño y de lo que él mismo experimentó en esos túneles subterráneos nació una pasión «totalmente altruista». Su único interés es conocer y documentar cada palmo de los túneles que atraviesan la ciudad con el fin de divulgar la información obtenida a través de su página web.
Allí, en www.lascuevasdemaríamoco.com, vuelca su experiencia en forma de textos, fotos, vídeos y documentos y planos relativos a los túneles que descubre en su investigación casera y planteada como una peculiar afición. De esta experiencia sensible, Castaño describe los tres grandes tipos de galerías que recorren el subsuelo de la ciudad. Por un lado, las que tenían un fin defensivo como minas y contraminas que se conservan donde están los Glacis de Puerta Tierra (hoy en el barrio de Bahía Blanca). Por otro, los pasadizos de origen romano, conocidos como Cuevas de Hércules (en el casco histórico) y, por último, el sistema de alcantarillado del siglo XVIII (del que la semana anterior apareció un túnel en plena plaza de San Juan de Dios).
Para todos ellos, el gaditano estudiante de mecánica tiene un principio básico, «lo primero es no tener claustrofobia». Y lo segundo, ser prudente. Tanto como para optar por no decir dónde están los accesos todavía abiertos. «Es muy peligroso. En el interior de los túneles puede haber gases inodoros e insaboros que pueden hacer desvanecerte», reconoce. Por ello, antes de realizar una exploración siempre se cerciora que no peligra su integridad física o la de su primo (que suele acompañarle en sus exploraciones). «Solemos aprovechar el verano para entrar», matiza el joven, «siempre vamos buscando boquetes por la ciudad o preguntando a personas mayores que nos puedan orientar»
De toda esta experiencia, Castaño ha podido investigar distintos tramos del antiguo alcantarillado y contraminas de los Glacis, principalmente. En todos ellos, ha detectado tramos «en muy buen estado de conservación» basados en un sistema constructivo de sillares de piedra ostionera y bóvedas de fábrica de ladrillo. Castaño reconoce que su pasión le ha llegado «a quitarle el sueño muchas noches». Una angustia que le viene por la claridad con la que percibe el potencial de estos túneles. «Este patrimonio debería estar de cara al público, ya que muchos gaditanos sueñan con poder visitar los túneles», explica. Por ello, el propio Castaño tiene una sugerencia de habilitar una galería de unos 400 metros de longitud, en las inmediaciones del Instituto Hidrográfico. Cree que sería un potencial turístico al que el Ayuntamiento podría sacar provecho.
Él, por su parte, se plantea publicar un libro enel que ya está trabajando y crear una asociación para la defensa y divulgación de este tipo de arquitectura subterránea. Mientras, ya le da vueltas a su próxima incursión en las entrañas de Cádiz. Tendrá que esperar a que el tiempo y las mareas le acompañen en su labor de «rescatar del olvido» a la otra ciudad que se esconde bajo la trimilenaria.
                                (06.02.2012)

Artículos del diario de Cádiz

El sueño de las cuevas María Moco

    Un joven gaditano explora las antiguas grutas que recorren el casco histórico de Cádiz y parte de extramuros con la finalidad de darle un uso turístico y beneficioso para la capital gaditana.


   Una ciudad como Cádiz, con tantos años de historia, posee infinidad de leyendas y sueños enterrados bajo la superficie terrenal donde los gaditanos dan sus primeros pasos cada mañana. Uno de los casos más peculiares de misterios y mitos por descubrir es el de las cuevas de María Moco, un paraje desconocido para la ciudadanía en el subsuelo de la capital trimilinearia. Las grutas recorren todo el casco antiguo y los alrededores de las Puertas de Tierra.
   La investigación sobre la utilidad de estas cuevas y su posible uso para fines ciudadanos está siendo llevada a cabo por un joven ciudadano, Óscar Antonio Castaño Veguilla. La ilusión por recuperar estas galerías subterrráneas "se convirtieron en una pasión y a la vez en una angustia que a día de hoy me ha quitado el sueño muchas noches". Sueños robados, enterrados, en uno de los lugares más remotos de la geografía gaditana. Por ello, Óscar no dudó en descender al subsuelo y recuperar los sueños robados en las profundidades de María Moco.
   En la ciudad existen tres tipos de galerías diferentes, las más antiguas pertenecen a pasadizos que unían las estructuras arquitectónicas más relevantes del antiguo Gades, otra de las rutas es la que sirve de escape del castillo de la Villa. Aunque, en este caso, las galerías más trascendentes son las que se encuentran en extramuros, las minas y contraminas a las que se le otorga el nombre de María Moco.
   Las cuevas de María Moco llevan el nombre de una mujer infeliz que allí habitó . La creación de minas y contraminas para hacer retroceder a tropas enemigas posibilitó establecer este sistema de galerías subterráneas. Las contraminas acababan en pozos que contenían pólvora para hacer saltar por los aires a los enemigos que acamparan en los glacis. Aunque, "nunca se llegó a utilizar para la guerra, solo para la guardia", afirma Óscar.
   Las minas y contraminas forman parte de la historia de los gaditanos, "su uso fue clave en la guerra civil y, obviamente, en las guerras napoleónicas". Las galerías sirvieron de refugio para muchas de las víctimas de la explosión que sufrió la ciudad en el año 1947. Anteriormente, ya existían "antiguas cuevas que se aprovecharon posteriormente para elaborar las minas y contraminas", declara Óscar.
   El estado de las cuevas, pese a los años de antigüedad, es bueno, incidiendo en que "no hay peligro real y hay bastante profundidad". Una de las claves que Óscar considera un problema para su apertura al público es que los respiraderos permanezcan tapiados e impidan la respiración en el interior de las contraminas. "Es necesario explorar las grutas con bombonas de oxígeno, ya que las condiciones ahí abajo no son aún del todo idóneas para pasear tranquilamente, pese a que no hay peligro de derrumbe alguno", afirma el joven explorador.
   Otro de los usos peculiares que han tenido estas cuevas a lo largo del tiempo ha sido el contrabando , "era común el contrabando de la sal, que era robada del muelle. La vida útil de los túneles ,una vez finaliza , recibe la invasión de vagabundos, niños juguetones..."
   Alrededor de cinco kilómetros de galerías formadas por pasadizos, minas y contraminas conforman este entramado de túneles. El tramo más largo es el localizado en la playa Santa María del Mar.
   "La administración no termina de poner en valor este patrimonio, pese al gran potencial turístico que poseen estas galerías", además, reclama tomar ejemplo de otras localidades que han potenciado el uso de galerías subterráneas, como es el caso del castillo de San Fernando en Figueres (Girona).
   Los costes de una posible restauración rondarían un coste elevado, debido a la amplitud de los túneles, pero se vería recompensado por el beneficio económico que a largo plazo obtendría la capital gaditana.
   "La mejor zona para acceder a las cuevas y que podría ser explotada para su uso turístico es la que se encuentra a la altura del Instituto Hidrográfico, con cerca de 400 ó 500 metros de recorrido perfectamente transitable" , afirma el incansable joven explorador que no desiste en la idea de poner en valor estas galerías.
   "Me gustaría colaborar mostrando toda la información gráfica y audiovisual que poseo, aportar mi granito de arena, y por supuesto crear una asociación sin ánimo de lucro alguno que se dedique a poner en marcha el proyecto de recuperación de estas cuevas para todos los gaditanos", afirma con entusiasmo Óscar, que aprovecha para dar un ligero toque a la administración, en unos momentos en los que la ciudad precisa de proyectos turísticos beneficiosos.                              (10.07.2011)

 

 -La guardia municipal tuvo que entrar ayer en las cuevas de María Moco, en las Puertas de Tierra. Resulta que un individuo cayó por uno de los fosos y daba voces de auxilio ya que no podía salir. Los guardias, con una cuerda de la cercana Casa de Matanza y la ayuda de varios vecinos, consiguieron sacar al sujeto, que solamente presentaba diversas magulladuras (D.C. 18/09/1929).

 -En la mañana de ayer un forastero estaba merodeando por las cuevas de María Moco, en los fosos de Puerta Tierra. Cometió la imprudencia de asomarse a uno de los pozos secos allí situados y tuvo la desgracia de caer al interior. La autoridad ha dispuesto colocar señales para evitar nuevos accidentes en las llamadas cuevas de María Moco, donde suelen deambular muchos sujetos y es lugar elegido por la chiquillería para infinidad de juegos (D.C. 04/06/1930).


Artículo

Leyendas

"Las minas y contraminas"
-A la salida de la Puerta de Tierra, situada en el lado izquierdo del lugar conocido por Bahía Blanca y junto a "Los Glacis, se encontraba una abertura que daba entrada a un subterráneo que se denominó "Cuevas de Maria Moco".
Nose se sabe exactamente el verdadero origen de estas cuevas pese a las muchas versiones sobre las mismas, que impulsadas por la fantasiá popular han circulado durante muchos años .
  Los distintos pueblos que dominaron esta ciudad; las luchas sostenidas en estos lugares y los contrabandistas que arribaron a nuestras costas, cuyos refugio fueron posteriormente descubiertos al efectuarse obras, hicieron que sobre estas cuevas se tejieran multitud de leyendas con visos de más o menos aparente realidad. La versión más generalizada al respecto, es que se construyeron después del saqueo de Cádiz por los ingleses en 1596 y que comunicaba la población antigua con el Fuerte de Torregorda para que en caso de una nueva invasión la población pudiera huir a través de ella. Estas cuevas está demostrado que tenían galerías subterráneas que se extendían por diversos lugares de Extramuros y disponían
de entradas en diversos lugares de Cádiz.
En el año 1967 la revista gaditana "Cádiz Gráfico" realizó
una serie de encuestas bajo el tema "Los Misterios de Cádiz", en las que se expusieron interesantes y variadas opiniones sobre este asunto. Entre las opiniones que aportaron mayores datos en esta encuesta, figuraba la del académico y Jefe de Estado Mayor del Gobierno Militar de esta Plaza Don José Pettenghi, el que manifestó que hacía dos años se había encontrado un plano (que reproducimos junto con estas líneds) en el que aparecen perfectamente señaladas las contraminas de Puerta de Tierra de los  Glacis y que se sabía de la existencia de galerías, parte del antiguo y amplio alcantarillado.
  El escritor D. Manuel Aparicio Franco, que durante sus años mozos había explorado estas cuevas, describió así sus galerías : "La Cueva tiene ventilación. El techo no es más alto sino que el suelo descendía en un plano inclinado. La anchura entre pared y pared sería de un metro aproximadamente. La altura de un metro y medio hasta un poco más .
  Las características eran de una construcción árabe o tal vez fenícia, de bóveda circular. Los pasillos bifurcaban unas veces hacia la derecha y otras hacia la izquierda y en ciertos intervalos se abría el pasillo en distintas direcciones . . . "
Posteriormente, al perder la finalidad para la que fuerón
construidas, las cuevas de María Moco sirvieron para refugio o albergue de gitanos y mendigos y en muchas ocasiones la
posesión de las mismas daba origen a pequeños incidentes y lesiones, todo lo cual dio en diversas ocasiones mucho trabajo a los redactores de sucesos locales de la prensa diaria.
Todo ello en una una época en la que no existía tanta escasez de viviendas, que si fuera en la actualidad estamos seguros de que sus moradores serían capaces de pedir un considerable traspaso para cederlas a la vez que los hombres de negocios soñarían hoy con montar en ellas un lucrativo negocio con vistas al turismo, armonizando hábilmente la utilidad práctica con la leyenda y la fantasía.

   Hace años, muchos, existía (ahora tapada) en la Playa Santa Maria del Mar (detrás justo del Instituto Columela) una cueva habitada por gitanos, cuya gitana después de socorrerme por una mala caída al agua desde la piedra de la media Luna en Santa Maria del Mar en una de mis múltiples "rabonas" a clase, me enseño un día (a partir del día que me socorrió, no pasaba ni uno en que no bajase a saludarlos y mas de una vez tuve que escapar por patas de los grises que no veían bien que allí viviesen unos gitanos que no hacían daño a nadie) una entrada muy pequeña que decía que daba a unos pasadizos por debajo de Cádiz.  Como yo era un poco aventurero se lo dije a mis amigos, Jesús y Juan, y pertrechados con linternas entramos en esa cueva, pero ese día no avanzamos mucho, nos quedamos sin pilas de las dos linternas que llevábamos.


   La segunda vez organizamos bien la excursión subterránea, nos pusimos rodilleras de cuero ( planchas de cuero distraídas de la zapatería de la calle la Rosa jajajaja) atadas con gomas en la rodilla para nuestra protección, ya que a trechos teníamos que ir de rodillas y a veces como los reptiles, en otras podíamos ir de pie. Llevábamos además, cada uno, una linterna con varias pilas, velas, y tres cajas de cerillas cada uno, además de agua.

En estos pasadizos había muchos pozos me imagino que por derrumbamientos o para protección, no se, con lo que había que ir con cuidado, como no veíamos mucho a pesar de las linternas, cogíamos piedras por el camino y las lanzábamos hacia delante y de mas de un pozo nos salvo esta táctica, por lo menos a mi, que iba el primero.  Esta vez llegamos a la Caleta donde se veía luz, ahora esta tapada debajo de la resbalaera de entrada, pequeño puente que cada vez esta mas obstruido por la arena acumulada.

Hicimos tres excursiones mas, y salimos por varios sitios, entre ellos esta la muralla que existe en la Estación de Renfe en Bahía Blanca. Parece ser que hay mas salidas de estas pasadizos, que según cuentan eran para defensa de la ciudad, pero nosotros no llegamos a verlas.

   Después de mayor quise entrar mas veces, pero unas por respeto, otras por falta de compañeros nunca lo hice.  Bendita inconsciencia de los niños que me permitió verlas!!!