Las murallas de Cádiz

  Cuando a comienzos del siglo XVI el progresivo aumento de la población rebasó los límites de la vieja muralla medieval, extendiéndose por los arrabales de Santiago y Santa María, se vio la necesidad de amparar estos nuevos barrios con una obra fortificada que los protegiera. Fue así como hacia 1529 se construyó 'El muro', fuerte paredón que corría desde 'la mar brava' -como entonces se decía- hasta las aguas de la bahía. Pero esta muralla simple de unos 20 pies de altura, construida a ras del suelo, no fue obra suficiente, como lo puso de manifiesto el ataque del conde de Essex (1596), ya que el viento de levante acumulaba contra ella gran cantidad de arena, que permitió a las tropas inglesas asaltar la muralla fácilmente. Además, como señaló el capitán Cristóbal de Rojas -constructor del castillo de Santa Catalina- la citada muralla tenía graves defectos estructurales, pues, en carta al rey Felipe II, decía Rojas: "Certifico a V.M. que aunque fueran negros de Guinea, no tuvieran la muralla por la parte en que entró el enemigo de tal forma edificada, porque estaba fortificada al revés".

  Reconstruida la muralla y subsanados los defectos, se procedió en años sucesivos a la construcción de los distintos elementos del frente abaluartado. Primero se llevaría a cabo el revellín, para defender la puerta, y los dos baluartes contiguos de Santa Elena y San Roque, así como el primer foso. Por cierto que en 1625, por orden de D. Fernando Girón y Ponce de León -gobernador de la plaza- hubo que aumentar la profundidad del mismo, hasta llegar a una capa rocosa que aún es visible en el baluarte de San Roque que mira al instituto Columela.

 

 

Las puertas de tierra

   partir de un primitivo muro del siglo XV, tras continuas modificaciones y ampliaciones se construyó este semibaluarte con varias líneas de murallas y glacis, hoy desaparecidos, que se pueden observar en la maqueta de la ciudad expuesta en el Museo Municipal. Está construida con sillares de piedra ostionera y mampuesto y tiene a ambos extremos los semibaluartes de San Roque y Santa Elena.

   En su centro se encuentra la entrada principal de la ciudad y durante mucho tiempo única

entrada por tierra. Su portada es barroca, fue proyectada por José Barnola y ejecutada por Torcuato Cayón. Tiene dos cuerpos:el inferior con dos pares de columnas toscanas que sostienen un friso de triglifos y metopas, siendo la metopa central el escudo de la ciudad;sobre la puerta adintelada aparece una inscripción de 1755 dedicada a Fernando VI; el segundo cuerpo tiene en su base dos leones y una alegoría de la fama que junto a la cornisa trilobulada en la parte superior sirven para enmarcar el escudo real.

   La cara de este frente que da al interior de la ciudad, presenta un gran pórtico bajo arcos semicirculares, de comienzos del neoclasicismo.

A mediados de este siglo se abrieron dos grandes arcos para el tráfico rodado, haciendo necesaria una remodelación del torreón central que perdió los dos cartabones laterales, a la vez que ganó las airosas cúpulas de las garitas. 

 

   
 
   Ante el monumento se alza dos monolitos labrados en Génova por los hermanos Andreoli en el siglo XVIII, se encuentran los patronos de Puerta de Tierra es uno de los monumentos más significativos de la ciudad de Cádiz, muralla que separa, en la actualidad, el Casco Antiguo y la zona moderna de la ciudad. En el siglo XVI se construyó la primera muralla en esta zona; en 1574 se realizó una ampliación para protegerlo con dos baluartes. En el siglo XVIII adquirió su fisonomía definitiva.
   En el centro de la construcción se abre una portada de mármol, concebida más como retablo religioso que como fortifcación militar, que ejecutada bajo la dirección de Torcuato Cayón. Para la fachada que conduce al interior de la ciudad se construyó un pórtico de mármol a modo de arco de triunfo. El Torreón de Puerta de Tierra, era conocido a finales del siglo XIX como la “Torre Mathé”, en recuerdo del director de las Líneas de Telegrafía Óptica (que además creó el Cuerpo de Telégrafos en 1855).

   En la primera mitad del siglo XX, ante el crecimiento de la ciudad por las áreas de extramuros, se barajó la posibilidad de demoler todo el conjunto y permitir un mayor acceso a los vehículos al centro de la ciudad. Finalmente se decidió el relleno parcial de los fosos y la apertura de dos nuevos arcos en el lienzo de la muralla. Ante el monumento se alza dos monolitos labrados en Génova por los hermanos Andreoli en el siglo XVIII, se encuentran los patronos de Cádiz, San Servando y San Germán. La Puerta presenta un aspecto imponente. Antiguamente, formó parte de la muralla que rodeaba a la ciudad, aunque su aspecto actual data del siglo XVIII.

Antiguo puente del torreón

   Se trata del antiguo puente que existía en el lienzo principal del frente de tierra. Este puente principalmente se realizo de madera, pero con el paso de los años se requería una plataforma que pudiera soportar más peso, por lo que se construyo un puente de piedra ostionera. En su parte inferior disponía de unos pasos abovedados para el paso de un lado al otro del foso. Estos pasos a medida que pasó el tiempo se aprovecharon como locales, almacenes e incluso vivienda.

  

   Cuando se realizo el relleno parcial de los fosos a mediados del siglo XX este puente se quedo enterrado y sus pasos cegados. Con el paso de los años se decidió construir una fuente frente al torreón, para ello se utilizaron dos de las 7 bóvedas de cañón del antiguo puente para la instalación de la maquinaria de bombeo, esta fuente tuvo una modificación respetando su base principal y la maquinaria de la fuente existente en aquella época.

 

 

                                                                       © Autor: Oscar A.C.V.


Los glacis

   Más adelante se proyectaría la llamada 'obra coronada', conjunto formado por un baluarte adelantado flanqueado por dos semibaluartes, enlazados por sendas cortinas, y se construirían las contraguardias, los caminos cubiertos, el segundo foso y los glacis -que hoy vendrían a quedar a la altura de la calle Santa Cruz de Tenerife- y, por último, el glacis avanzado o ante-glacis que en suave declive iba a morir junto a la hondonada del Instituto Hidrográfico y a los jardines del chalet del general Varela. En esta zona se construyó en el año 1911 la denominada 'barriada obrera'.

  Las obras del frente de Tierra, llevadas a cabo durante los siglos XVII y XVIII, fueron tarea encomendada a numerosos ingenieros militares, pero entre todos ellos destacó Ignacio Sala (1731-1749), autor también de las murallas del frente N.O. de la ciudad, desde el Baluarte de la Candelaria hasta el Bonete -tras el Hotel Atlántico y el Parque Genovés- así como de las bóvedas a prueba de bombas de los cuarteles de Santa Elena y San Roque, y asimismo de la enmarañada red de contraminas bajo los glacis, vulgarmente conocido como 'Cuevas de María Moco'.

  La estructura de mármol de la Puerta de Tierra, que culminó los trabajos de la fortificación, fue obra del brigadier ingeniero José de Barnola en 1755. Esta puerta sustituyó a la llamada Puerta del Muro, situada más a la izquierda, frente al edificio del Banco de España, cuya silueta aún es visible.

  Según reciente investigación del profesor Sánchez Ruiz, el torreón de la Puerta de Tierra -comocido entre los técnicos como 'Torre Mathé'- fue construido muy tardíamente, concretamente a mediados del siglo XIX, con destino al telégrafo óptico que por aquellos años se instaló para la comunicación de Cádiz con Madrid.

 

En el año 1932, como medida para combatir el paro obrero, el gobierno de la República autorizó el derribo de la instalaciones militares de Puerta de Tierra, poniendo con ello fin a una muestra paradigmática de fortificación Vauban, obra consagrada de la poliocértica de los mejores tiempos.

  El mismo año, como precaución tras la sublevación del general Sanjurjo (acaecida el 10 de agosto), un tábor de Regulares traído desde el norte de África permaneció acampado en los glacis durante algún tiempo. Fue el último cometido castrense de estas instalaciones.



La maqueta de Cádiz

   En el siglo XVIII el rey Carlos III Rey de España dispuso que se construyera una colección de maquetas de bulto redondo de todas las plazas fuertes del Reino. Sólamente Cádiz llevó a buen término dicha empresa.

   El teniente coronel de Infantería Alfonso Jiménez, ayudado por algunos ebanistas gaditanos, realizó la maqueta de la capital gaditana entre julio de 1777 y marzo de 1779. Dicha maqueta ocupa una superficie de 12'52 x 6'92 m dividida en cuatro bloques, con un total de 333 piezas independientes. Se usaron diversos materiales: pino de Flandes recubierto de cedro tallado para las olas; ácana y caoba para las casas;ébano para las ventanas y balcones; marfil para los edificios más señalados. Al encontrarse por aquel entonces en construcción la catedral de Cádiz, su aspecto corresponde al proyecto inicial de Vicente Acero, más grandioso que el de su estado actual.

   La base documental usada por los maquetistas fue un plano de Cádiz firmado por Ignacio Sala en 1749. Cedida al ayuntamiento, sufrió varios avatares (traslados, incendio en 1835) siendo restaurada entre 1950 y 1962 por Manuel Pena López. Actualmente se encuentra en el Museo de las cortes de Cádiz, donde aún impresiona al que la observa por su tamaño y riqueza. Es una pieza clave para conocer el urbanismo del Cádiz dieciochesco.

 


Maquetas del I.E.S. Columela